miércoles, 19 de septiembre de 2012

SANTIAGO CARRILLO. ¿HÉROE O VILLANO?

Con el respeto a los muertos, cuestión que estos progres, defensores de la Memoria Histórica, intransigentes, intolerantes y rencorosos de la izquierda española no han tenido con TODOS los muertos del bando nacional o de ideología de derechas de la Guerra Civil de España., queremos tratar la figura de D. Santiago Carrillo.

Santiago  Carrillo, ex-Secretario General  del PCE y de las Juventudes Socialistas, ha estado durante el ultimo año en el candelero mediático: al cumplir 90 años, fue entrevistado por María Antonia Iglesias, después protagonizó la famosa cena de su homenaje -la noche de la vergonzosa retirada de la estatua de Francisco Franco en Madrid- y por último ha sido nombrado doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid, entre las protestas de los simpatizantes y familiares  de los asesinados en  Paracuellos del Jarama en noviembre de 1936: varios miles de presos políticos encarcelados por el Frente Popular, que fueron sistemáticamente sacados de las cárceles y conducidos cerca del río Jarama, donde fueron fusilados en masa y  enterrados en fosas comunes -conservadas intactas hasta hoy- ante la posible entrada en la capital de las  tropas nacionales. 
 El texto de la entrevista lo publicó el diario «El País» (9 de enero de 2005), en donde la Iglesias oficia reverente en sus preguntas al líder comunista para que le permita desarrollar con la falsedad e hipocresía características, sus respuestas. Cuando plantea la pregunta clave de Paracuellos -y de esto nos vamos a ocupar aquí-,  con su retorcimiento característico, le exonera de su responsabilidad cuando le dice que ante "la leyenda siniestra": «No sé cómo soporta el hecho de que muchos españoles de la derecha sigan convencidos de que usted fue el responsable, el inductor de aquella matanza».
La respuesta alcanza asombrosas cotas de cinismo y ahí están. Pero ya confiesa su responsabilidad cuando dice: «la única decisión que yo tomé -ejercía la Consejería de Orden Público tras la salida de la capital a Valencia del Gobierno de la República- fue respecto a aquellos dos mil militares que estaban en la cárcel de Madrid -se refugia en esa idea para ocultar los otros seis mil asesinados- porque se habían sublevado en el Cuartel de la Montaña y era la de trasladarlos a Valencia... Puse aquella misión en manos de mis colaboradores de la  seguridad del traslado... y la gente que ya había sufrido los ataques fascistas se lanzo a por ellos y la  guardia que iba custodiándolos no los defendió. Si alguna responsabilidad tuve yo de aquello fue la de no tener capacidad para controlar y castigar a los responsables..., fue una desgracia tremenda, pero hubiera sido mucho peor que se hubieran unido al Ejército que estaba atacando a Madrid... Yo he soportado esta calumnia de Paracuellos, que tendré que soportar en esta vida». Pues claro que es un peso que tendrá que soportar de por vida, porque el delito de genocidio no prescribe y la historia de aquellas matanzas no miente. Los genocidas juzgados en Nuremberg acabaron colgados de una soga.
Miente Carrillo cuando dice que eran esos dos mil presos y los sublevados en el Cuartel de la Montaña, ya que los efectivos militares de aquel episodio no llegaban ni como mucho a esa cifra, porque las unidades militares, por los permisos veraniegos, estaban muy reducidas. Y al Cuartel de la Montaña se incorporaron muchos falangistas, requetés y otros civiles. Pero las cifras de muertos del Cuartel dejan muy escaso número para  los supervivientes. Las cifras son éstas. Los muertos del día 20 de julio fueron 316, de los cuales, 116 eran jefes y oficiales -38 cayeron en el cuarto de banderas- más 200 civiles, falangistas y requetés, lo que da un total de 516. Los dos mil de los que habla Carrillo no eran los supervivientes del Cuartel de la Montaña -número escaso- sino la mayoría civiles, de profesiones liberales, estudiantes, sacerdotes, y religiosos, que acabaron asesinados en Paracuellos, y no por las turbas exaltadas que dice Carrillo, sino por esos guardias que los custodiaban y  que eran las milicias de retaguardia a las órdenes de Carrillo.
Porque Paracuellos era el destino de aquellas víctimas y no Valencia, como dice falsamente. Ahí están los oficios de aquel trágico traslado firmados por su ayudante Segundo  Serrano Poncela y el destino falso  que se simulaba era Chinchilla (localidad de la provincia de Albacete donde se situaba un antiguo establecimiento penal).
La decisión de eliminar a los presos que había en las cárceles  era consecuencia también de las presiones de los soviéticos, ya presentes en Madrid: Mijail Kolsov, enviado especial del periódico «Pravda», en su libro «Historia de la Guerra de España», escribió que, ante el avance de las tropas nacionales, «había que eliminar a esos ocho mil presos fascistas».

LA HIPOCRESÍA ESPAÑOLA
Ahora, políticos y una sociedad drogada de propaganda subversiva más bolchevique que la propia Rusia de Stalin y Lenin, quieren elevar a los altares del reconocimiento público, las bondades y maravillas de un personaje que dicen fue democrático, -como si el idealismo que el sr. Carrillo defendió hasta el último minuto, o sea el de la antigua Unión Soviética fuese un régimen democrático-, y de su imprescindible figura en el proceso de transición hacia las libertades de la España reciente. ¡ Ya!. Un un jamón de cinco bellotas para el más tonto que se crea está sarta de mentiras y falsedades.
D. Santiago Carrillo, fue, circunstancialmente, uno más, de los millones de españoles que apostamos fuerte por disponer de un Estado de Derecho, con una Constitución para todos los españoles, aunque ahora; catalanes y vascos se la pasen por el forro de los pantalones, gracias a la inoperancia de un Gobierno Nacional, sin una idea clara y firme de lo que es España y su Constitución. Él fue, eso hay que reconocerlo, la cabeza visible de un PCE que no tenía salida a su posicionamiento ideológico como euro comunismo y vio la oportunidad, también, gracias a contar con un Soberano o Jefe de Estado que dentro de su amabilidad reconciliadora, creyó que estos (comunistas) tenían vocación de españolismo. Y el Monarca, se equivocó pero bien, a la actualidad nos remitimos, con su propuesta de creación de la III República.
Este líder comunista, activísimo en la Guerra Civil de España, al igual por supuesto que los del bando nacional, por eso son crueles las guerras civiles, porque se enfrentan españoles contra españoles, nos resulta, muy, muy extraño que con el cargo de alto mando de ORDEN PÚBLICO, o el equivalente a un alto mando, por no decir el más alto, de una Seguridad del Estado, de Interior, Defensa..., no diera la orden de "matar" a "sus enemigos", cuando era competencia en muchos casos de ese departamento, el proclamar el orden en una guerra civil.
Ahora, se alzan voces para dedicarle calles de ciudades y seguro que el nombre de algún museo, polideportivo o mejor, un aeropuerto, esos inservibles que hizo Pepiño y compañía. Pues rotundamente decimos que NO. 

Si la Ley de Memoria Histórica no es un rollo patatero inventa por ZP, siendo una artimaña; parcial e injusta, no se puede "premiar" a los de un bando en detrimento de los del otro. Si se han quitado nombres de calles en todas las provincias españolas a personas implicadas en la Guerra Civil del bando nacional, NO se puede "premiar" a un señor que participó activamente en el bando republicano. Porque entonces, si que habría un conflicto de españoles ganadores y perdedores de una Guerra entre hermanos. 
Ni unos ni otros. Los honores y homenajes que se lo hagan los suyos y punto.
Por cierto, que hacen estos progres socialistas con aquellos Jefes de Estado que en sus reinados o gobiernos destacaron por sus batallas y guerras en territorio nacional, dónde murieron muchos españoles. ¿También los van a exhumar?. 
 Léanse la Historia de España y no hagan más el imbécil. 



  P.D.- De cualquier forma y como lo cortes no quita lo valiente. Nuestras condolencias a familiares y allegados por la muerte de esta persona.
 

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